Si buscas una experiencia fuera de lo común en Egipto,uno de los safaris por el desierto de Egipto, el Desierto Blanco, es un paraíso de ensueño que no te querrás perder. Con sus extrañas formaciones de tiza que parecen esculturas extraterrestres y cielos abiertos, perfectos para observar las estrellas, este paisaje desértico es una experiencia única. Aquí tienes tu guía de viaje al Desierto Blanco.
Dónde está el Desierto Blanco?
El Desierto Blanco está ubicado en el Desierto Occidental de Egipto, a unos 500 km al suroeste de El Cairo, cerca del Oasis de Farafra, en la Gobernación de Al-Wadi Al-Jadid (Nuevo Valle).
Cómo llegar
Coche o Jeep 4x4: La mayoría de los turistas opta por un tour guiado desde El Cairo, el Oasis de Bahariya o el Oasis de Farafra. El trayecto desde El Cairo al Oasis de Bahariya toma entre 4 y 5 horas.
Tours: Varias agencias ofrecen excursiones nocturnas que incluyen transporte, comida, tiendas de campaña y guías.
Principales atracciones del Desierto Blanco
La Roca del Hongo y el Pollo
Montaña de Cristal – Una pequeña montaña compuesta de cuarzo brillante.
El Desierto Negro – Colinas volcánicas cercanas cubiertas de piedras negras.
Valle de El Aqabat – Dunas escénicas y altos acantilados.
El Antiguo y el Nuevo Desierto Blanco – Dos zonas con formaciones y paisajes diversos.
Mejor época para visitar
La mejor época para visitar el Desierto Blanco es de octubre a marzo, cuando el clima es fresco. El verano (junio–agosto) es extremadamente caluroso y debe evitarse.
El destino más surrealista y cautivador de Egipto, el Parque Nacional del Desierto Blanco, destaca por sus paisajes alienígenas y su soledad con gran elegancia. Un paraíso para turistas, fotógrafos y amantes de la naturaleza en general, ya sea que vengas en una excursión de un día o en una expedición nocturna, estas son las 10 mejores cosas para hacer en el Desierto Blanco.
Admira la Roca del Hongo y el Pollo
Favorita de los turistas, una de las formaciones más populares del desierto, esta escultura natural es tal como su nombre indica: ¡un hongo y un pollo! Es ideal para fotos y un ícono de las maravillas esculpidas por el viento en la región.
Acampa Bajo las Estrellas
No hay nada más cercano a la naturaleza que dormir en medio del desierto bajo un cielo lleno de estrellas. Al no haber contaminación lumínica, la Vía Láctea siempre es visible, y el cielo nocturno es espectacular.
Para en la Montaña de Cristal
Una parada en el camino hacia el Desierto Blanco, la Montaña de Cristal está formada por cristales de cuarzo que brillan bajo el sol. Una formación geológica atractiva que vale la pena visitar por su belleza reluciente.
Explora el Desierto Negro
Justo antes de llegar al Desierto Blanco, el Desierto Negro ofrece un paisaje completamente diferente: montículos volcánicos y colinas rodeadas de piedras basálticas negras. Un cambio refrescante tras el yeso blanco que sigue.
Explora el Valle de El Aqabat
Acantilados de piedra caliza erosionada y dunas de arena dorada definen este valle. Un lugar perfecto para una caminata rápida, una sesión de fotos e incluso sandboarding, si eres lo suficientemente aventurero.
Amanecer y Atardecer Sobre las Dunas
Los colores del desierto cambian completamente con la luz. El amanecer suaviza la arena en tonos dorados y el atardecer incendia el paisaje con naranjas y rojos. Lleva tu cámara.
Visita el Desierto Blanco Nuevo y Antiguo
El Desierto Blanco Antiguo tiene formaciones rocosas más erosionadas y suaves, mientras que el Nuevo presenta formaciones más altas y escultóricas. Ambos son necesarios para apreciar toda la variedad del parque.
Experimenta la Hospitalidad Beduina
La mayoría de los tours incluyen cenas servidas por anfitriones beduinos locales. Una de las delicias del desierto es cenar junto a la fogata y probar comidas y té tradicionales.
Observa la Fauna Silvestre
Mantén los ojos abiertos para ver zorros del desierto, zorros fénec e incluso la tímida gacela rhim. Los turistas aficionados a la observación de aves también pueden ver aves desérticas poco comunes.
Toma Fotos Épicas del Desierto
Con sus formaciones rocosas inusuales, dunas doradas y cielos estrellados, el Desierto Blanco es el sueño de cualquier fotógrafo. En algunas áreas se permiten drones con permiso para obtener vistas aún más dramáticas.
La mejor época para visitar el Desierto Blanco de Egipto es entre octubre y marzo, cuando el clima es agradable e ideal para acampar, hacer trekking y observar las estrellas. Durante el día el tiempo es placentero, mientras que las noches son frescas, perfectas para disfrutar de la serena belleza del desierto sin el calor abrasador. Viajar en este período también es ideal para disfrutar de cielos despejados, lo que permite ver las estrellas y la Vía Láctea en todo su esplendor, siendo la época más escénica y fotogénica para explorar este paisaje surrealista.
El Desierto Blanco o Sahara el Beyda es una fascinante historia natural que se remonta a más de 80 millones de años, cuando la zona estaba cubierta por un mar prehistórico. Sedimentos marinos como la piedra caliza y la tiza se acumularon en el fondo durante millones de años, formando una gruesa corteza de roca blanca. Cuando el mar retrocedió y el terreno se volvió desierto, la erosión del viento y la arena esculpió estas formaciones de tiza en las formas surrealistas que vemos hoy: parecidas a hongos, animales y arte abstracto.
Geológicamente, pertenece a la amplia Depresión de Farafra, que ha atraído a geólogos y exploradores durante siglos por sus abundantes yacimientos fósiles y estructuras especiales. La presencia de fósiles de coral y conchas, cuyos restos aún se encuentran en el desierto, es prueba de que la zona fue alguna vez un mar.
Más recientemente, ha sido habitado y atravesado por tribus beduinas durante siglos como ruta desde oasis como Bahariya y Farafra.
El desierto fue declarado parque nacional en 2002, protegiendo sus frágiles estructuras y su inusual paisaje desértico para las futuras generaciones.
Hoy, sin embargo, el Desierto Blanco ya no es solo una maravilla natural, sino también un testimonio del tiempo, del cambio y de la belleza sutil del Sahara.
Entrar en el Desierto Blanco de Egipto es como aterrizar en otro planeta sin necesidad de pasaporte marciano. ¿Por qué parece tan de otro mundo? Todo comienza con las formaciones rocosas de tiza que parecen de otro planeta, esculpidas durante millones de años por el viento y la arena. Estas espiras fantasmales blancas emergen del suelo dorado del desierto como olas congeladas, hongos gigantes y criaturas míticas. Sus formas alienígenas y el intenso contraste de colores con los tonos tierra más comunes de la mayoría de los desiertos le dan al paisaje una calidad onírica, como iluminada por la luna.
La quietud es otro rasgo casi extraterrestre. Sin rastro de civilización y con muy poca actividad humana, el Desierto Blanco posee un silencio inquietante, casi cósmico, solo interrumpido por el viento. Por la noche, el desierto se transforma una vez más: el cielo es tan negro y despejado que las estrellas parecen tan cercanas que podrías tocarlas con los dedos extendidos. La Vía Láctea se extiende sobre tu cabeza y, debido a la ausencia de contaminación lumínica, es uno de los mejores lugares del planeta para observar las estrellas.
Combinado con el aislamiento, el paisaje de ensueño y las noches estrelladas cósmicas, es fácil entender por qué tantos visitantes dicen que el Desierto Blanco les hace sentir como si hubieran dejado la Tierra por completo. No es un lugar para simplemente ver, sino un lugar para maravillarse.
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